Las ausencias ocupan espacio. Hay cosas que solo percibimos cuando ya no están y una de ellas puede ser el oído.
Si vas a comenzar a tocar el saxofón o cualquier otro instrumento musical, te aconsejo que te preocupes de la salud de tus oídos desde un principio. A continuación, te contaré mis conclusiones sobre las diferentes formas de protección que he ido probando con el tiempo.
Es importante remarcar que la información de este artículo obedece a mi experiencia y a mi conocimiento. No dudéis nunca en ir al otorrino o acudir a profesionales ante cualquier problema que tengáis o para despejar vuestras dudas importantes.
Una mala opción para proteger tus oídos tocando el saxofón
Los protectores auditivos en forma de cascos. Me los compré pensando que serían la opción definitiva ya que suelen bloquear el sonido de forma contundente (unos 30 dB). El día que intenté tocar con ellos fue horrible: me bastaron unos minutos para descartarlos completamente. Los seguiré probando y si cambio de idea, actualizaré este post.
Cualquiera que conozca este tipo de aparato sabe que para bloquear el sonido correctamente deben apretar alrededor de los oídos. Para mí, al contrario de lo que pensaba antes de probarlo, es completamente imposible tocar un instrumento como el saxofón a la vez. La presión sobre los músculos faciales que se ejercitan al soplar impide hacerlo bien. Recomiendo a cualquiera que lo pruebe, parece una exageración pero, en mi experiencia, no lo es. En cualquier caso, creo que es muy interesante disponer de unos por unos 14€ para diferentes contextos.
Llegué a probar dos modelos que se pueden encontrar en Amazon. Me pareció de mejor calidad y me gustó más el que resulta más barato: los Mpow 035.
Sin embargo, no recomendaría ninguno para la práctica habitual de un saxofonista. Al contrario, lo desrecomendaría sin dudarlo. Para otro tipo de usos me parece que cumplen su función.
¿Cuál es la mejor opción?
Cuando hablé sobre este tema con mi profesor, al principio quedé un tanto disgustado. Él nunca había usado ningún protector. Me recomendó "tocar bajito". Es algo que ya aplicamos a las clases. Ahora creo que su comentario es absolutamente afortunado.
Es fundamental saber practicar a un volumen bajo y también limitar los agudos a cuando realmente toque practicarlos. También, incorporar la práctica solo con los dedos en ocasiones. Sé que algunos saxofonistas liman sus cañas para que se vuelvan más sensibles y así poder tocar a un menor volumen (o reducen la dureza de las mismas).
También es importante la elección de la boquilla: algunas boquillas nos predisponen a tocar mayores volúmenes que no siempre son deseados en nuestra práctica diaria.
No obstante, cuando se trata de ensayar la profundidad o simplemente lo hacemos en una banda en compañía de otros instrumentos, yo recomendaría el uso de tapones en ciertos contextos que puedan ser especialmente ruidosos y cuando no necesites apreciar la música en todo su apogeo. En caso de que el problema sea que no te oyes lo suficiente a ti mismo frente al resto de instrumentos, existen deflectores que rebotan el sonido del saxofón hacia nosotros y nos permiten escucharnos mejor por lo que los tapones pueden no ser un problema (aunque mi experiencia con un deflector no fue muy positiva, ya hablaré de ello en otra ocasión).
¿Qué tapones elegir?
Algún día trataré este tema en mayor profundidad dado que he probado muchos con mejores y peores resultados.
Para mí existen dos tipos de tapones a valorar: los que están hechos de silicona y los que además contienen un "filtro" para no perder determinados rangos de frecuencias. También podríamos incluir los clásicos tapones de espuma más básicos, aunque no son mi opción favorita quizá por la simplicidad de los otros y su facilidad para lavarlos.
Los tapones de silicona pueden encontrarse en cualquier farmacia. Los que yo he probado bloquean sensiblemente el sonido y me parecen interesantes y adecuados para ciertas partes de la práctica. Son los que yo utilizo junto con los que expondré a continuación. Antes de emplearlos, había leído mucho sobre la importancia de que tuviesen un filtro para escuchar todas las frecuencias de forma parecida (las frecuencias altas son las primeras en bloquearse y se escuchan menos, por eso cuando la puerta de una discoteca está cerrada solemos escuchar más los graves). Pueden que vosotros lo probéis y lo consideréis imprescindible, pero a mí y para el fin que yo los uso, no me parece un aspecto imprescindible.
Los tapones con filtro de sonido (que normalmente va entre los 16-22 db) son esencialmente iguales que los de silicona. De hecho, son tapones de silicona que terminan en una especie de filtro. Yo opté por probar unos cuantos y aunque, muchas veces utilizo los de silicona sin filtro, me quedé con unos y suelo alternar entre unos y otros. Depende del día y de mis sensaciones.
De entre todos los tapones con filtro que he probado, recomendaría este modelo:
También probé una opción más completa y más cara de la misma marca en la que puedes elegir filtros de diferentes intensidades. Aunque parece más versátil, no me parece nada práctica. No es fácil estar cambiando de filtro, la diferencia entre filtros tampoco es abismal y, para el uso que yo quería darle, siempre hubiese usado el mismo. Los dos tapones son los mismos. Incluso diría que los del modelo más básico son más discretos. En ningún caso recomendaría esta opción por más de 10€ de diferencia.
Otras opciones más caras
Para músicos profesionales, los otorrinos pueden recomendar tapones hechos a medida. El funcionamiento, no obstante, es el mismo que los tapones más estándar. Quizá consigas un mayor ajuste en el conducto auditivo, pero la diferencia de precio es muy alta.
Hace poco tiempo, descubrí una opción, también cara que la gente utiliza sobre todo para no hacer ruido de cara a posibles vecinos. Me parece una opción curiosa, aunque parece agotada en muchas tiendas y no sé si se sigue fabricando. No todas las opiniones que he leído sobre ello son positivas. Quizá algún día pueda probarla y contaros qué tal: